La higiene es un hábito fundamental para reducir las posibilidades de que nuestro organismo entre en contacto con gérmenes peligrosos para nuestra salud. La higiene personal es un pilar básico que se ve reforzado si, además, cuidamos adecuadamente la limpieza de los ambientes en que nos movemos y, en especial el de nuestra propia casa.
¿Por qué es importante la higiene?
Los gérmenes pueden desarrollarse en diferentes lugares y condiciones, pero hay ciertas situaciones que hacen más propicia su localización y transmisión. Suelen desarrollarse en el medioambiente en condiciones de temperatura normales, y el agua y el aire son sus ámbitos preferentes para crecer y propagarse. Cualquier objeto puede convertirse en un ámbito idóneo para el desarrollo de bacterias peligrosas para nuestra salud. Los suelos, las alfombras, los muebles, las puertas, el teléfono y hasta el control del televisor pueden ser refugio de virus o bacterias. Por ello, es necesario prestar atención a la higiene de todo el hogar, aunque hay dos zonas que exigen un mayor esfuerzo a la hora de la limpieza: la cocina y el baño.
¿Por qué es tan importante la limpieza de la cocina?
La cocina es el espacio en el que preparamos y cocinamos los alimentos que deben garantizarnos las energías para desarrollar nuestras actividades cotidianas. Pero, si lo hacemos en un ambiente que no reúne las condiciones de salubridad adecuadas, los alimentos pueden convertirse en trasmisores de gérmenes que pongan en riesgo nuestra salud. En ella conviven un conjunto de elementos potencialmente peligrosos, como zonas húmedas, los elementos utilizados para la limpieza (estropajos y paños de cocina) y hasta las mismas superficies en las que se preparan los alimentos (las tablas de cortar, la mesada y los utensilios). Además de limpiar regularmente estas superficies y objetos es fundamental prestar mucha atención a la higiene de los alimentos, en especial de aquellos que comamos sin ningún tipo de cocción, como pueden ser las frutas y las verduras.
¿Y la de los baños?
El baño es el otro ambiente que deberemos tener especialmente higienizado. Allí realizamos, cada día, nuestras necesidades fisiológicas y lo utilizamos para cuidar la higiene corporal. Al igual que en la cocina, las condiciones de calor y humedad favorecen la proliferación de bacterias. En este ambiente coexisten diversos agentes de riesgo, como superficies húmedas y objetos que suelen estar mojados y que en esas condiciones pueden desarrollar bacterias (toallas y alfombras de baño). Al igual que con la cocina, en el baño hay que garantizar una higiene constante y procurar una buena ventilación que permita la renovación del aire y la evaporación de la humedad.