Es un derecho universal, es decir que le corresponde a todo ser humano, necesario para poder concretar todos los demás derechos universales. Significa tener la oportunidad de vivir la propia vida. Si no hay vida, no tiene sentido que existan los demás derechos fundamentales.
Para los niños, el derecho a la vida es la oportunidad de vivir su infancia y poder crecer, desarrollarse y llegar a la edad adulta. Está compuesto por dos derechos fundamentales, el inherente a la vida y el derecho a la supervivencia y al desarrollo.
Todo ser humano, sin excepción, merece el respeto incondicional por el simple hecho de existir y estar vivo. Por lo tanto, desde su nacimiento, todos los niños tienen derecho a una vida protegida.
El derecho del niño a la vida implica, también, el hecho de asegurarles la posibilidad de crecer y desarrollarse en un ambiente favorable. Es indispensable que pueda beneficiarse de servicios médicos adecuados, de una alimentación equilibrada, de una educación de buena calidad, así como de un ambiente saludable.
Asegurar que los niños tengan la posibilidad de desarrollarse de una forma sana y natural en cualquier tipo de situación constituye no solo una obligación de los Estados sino también una responsabilidad de los padres