Jugar es hacer algo con alegría con el fin de entretenerse, divertirse o desarrollar determinadas capacidades. El primer acto creativo del ser humano es jugar y, jugar significa indagar, conocer, descubrir todo lo que se necesita para hacerse adultos.
Los beneficios del juego son indiscutibles.
– Participar en los juegos de los niños desde que son pequeñitos es hacer que se sientan muy queridos. Por eso, si los adultos jugamos con ellos, habrá niños seguros y con una autoestima alta.
– A través del juego los niños exteriorizan su personalidad, es decir, muestran cómo son.
– Cuando saltan o corren, desarrollan sus capacidades motoras.
– Si juegan en grupo, adquieren habilidades sociales, aprenden a cooperar y a saber respetar a los otros y, por si fuera poco, a través de los juegos perfeccionan el lenguaje y aumentan su desarrollo intelectual.
– También aprenden a memorizar y, lo que es más importante, a razonar, pues se crean situaciones en las que tendrán que buscar soluciones.
Está claro que el juego da muchas posibilidades educativas y, aunque el niño no juega para aprender, acabará por aprender jugando porque, sin duda, los juegos son aprendizaje y nuevas experiencias. Jugar es una necesidad del ser humano y, de un modo u otro, siempre formará parte de la vida. Así, mientras juegan y se divierten, van adquiriendo una serie de conocimientos y capacidades sin tener que esforzarse. Para los niños, jugar es un derecho y una una parte fundamental en su aprendizaje.