Hay cerca de 1400 millones de kilómetros cúbicos de agua repartidos en 70,8 % de la superficie del planeta. Cada año, 30 millones de toneladas de vida marina son capturadas accidentalmente y asesinadas. Con cada arrastre, se reduce la salud del océano.
Nuestro clima está impulsado por las corrientes marinas y estudios recientes sugieren que éstas, ahora, pueden cambiar drásticamente debido al calentamiento global, derritiendo el Ártico y causando grandes inundaciones que ahogarán las ciudades de la cuarta parte de la población mundial.
La mayoría de las pesqueras del mundo son proveedores de alimentos de pescados que suministran, aproximadamente, el 40 por ciento de la proteína consumida por casi dos tercios de la población mundial. Unos 38 millones de personas hacen todo, o la mayor parte de sus ingresos, con la pesca, desembarcando una cantidad de entre 90 y 100 millones de toneladas de pescado por año.
A pesar de los enormes esfuerzos, estos desembarcos se han mantenido casi igual desde principios de 1990. Se continúa con la construcción de más buques de pesca, algunos capaces de conseguir 350 toneladas métricas por día, pero los desembarcos no están aumentando. La flota mundial es ahora 250 % mayor que la necesaria para capturar lo que los océanos pueden producir de forma sostenible y muchos gobiernos se ven obligados a subsidiar la pesca antieconómica para mantener un suministro de alimentos para sus pueblos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que el 70 % de la pesca comercial ya ha colapsado o está colapsando. La devastación es generalizada, desde anchoas peruanas a grandes ballenas. Lamentablemente, muchas de estas especies nunca se recuperarán y se perderán para siempre. Los depredadores como el atún, el tiburón y el pez espada se han reducido a un 10 % de su población original y algunas especies están en peligro de probable extinción. Cada año se mata y descarta en el mundo 30 millones de toneladas de vida marina capturadas accidentalmente, entre ellos delfines, tortugas, cangrejos y peces. En el norte de Australia, el 92 % de la captura es de ninguna utilidad para los pescadores. A medida que se elimina a estos animales de la cadena alimenticia cae la biodiversidad y se suprimen los procesos ecológicos del océano.
Los arrecifes de coral son ahora los ecosistemas más amenazados del mundo. Estas pequeñas «islas de vida» bajo el agua se encuentran amenazadas por las actividades humanas, en especial por la acidificación. A medida que se queman más y más combustibles fósiles, aumentan los niveles crecientes de dióxido de carbono en la atmósfera, se calienta el planeta y cambia el pH (acidez) del mar.
Esta situación es el problema ambiental más apremiante que se enfrenta y es uno de los problemas más urgentes del planeta.