Día del medio ambiente: un grupo de voluntarios plantó 4000 árboles para recuperar un bosque incendiado en Chubut
Fueron cuatro días de intenso trabajo y temperaturas que iban de los 6° a los -5°. De caminar cargando unas enormes mochilas a través de un campo de cenizas y troncos de árboles carbonizados en el medio de una montaña de Chubut, donde solía haber unas 40.000 hectáreas de bosque nativo. Y es que el ecosistema de Cholila, una pequeña localidad turística de esa provincia, se vio gravemente afectado entre febrero y abril de 2015 por el peor incendio forestal que se haya registrado en el país, convirtiéndolo en paisaje gris y desolado.
Así describe Tobías Merlo la primera etapa del programa de restauración ecológicaReforestArg, por el cual 26 voluntarios se instalaron en el bosque de Cholila con el objetivo de plantar 4000 plantines de cipreses, de unos 40 centímetros, en puntos específicos de la montaña durante cuatro días. «Así lograremos reforestarlo. Como el incendio fue tan grande, la respuesta tiene que ser de la misma magnitud», afirma Merlo, uno de los responsables de la iniciativa apoyada por la Asociación de Amigos de la Patagonia (AAP).
Para las 9, los voluntarios ya se dividían en seis grupos, encabezados por los ingenieros agrónomos, y partían hacia sus respectivas áreas de trabajo. Desde el campamento, tenían que atravesar un camino de dos kilómetros colina arriba, cargando cada uno entre 20 a 25 plantines de cipreses en sus espaldas, que equivalen a unos 40 kilos.
«A la hora de plantar, se llevaba adelante un verdadero trabajo en serie. Uno hacía el pozo, otro preparaba el plantín, un tercero lo colocaba y finalmente el último lo tapaba. De esa forma se cumplíamos los tiempos pautados», destaca el ambientalista.
Con una hora libre para almorzar y descansar, los equipos plantaban hasta las 18, momento en el que caía el sol y la temperatura, que podía llegar a -5°. Fernández Peña confiesa: «Pensé que el frío no me iba a afectar porque estaba acostumbrado. Durante la noche había una capa de hielo que cubría todo, el agua de las ollas se congelaba. Ni adentro de la bolsa de dormir zafabas, es un frío que te llega a los huesos».
En las noches, además de ofrecer una cena caliente, el staff de ReforestArg se esforzaba por asegurarse que todos los voluntarios estuviesen bien física y mentalmente. «En las noches hacíamos juegos para entretenernos. Pero sobre todas las cosas hablábamos mucho entre nosotros. Compartíamos nuestra vivencias y sensaciones. Es una experiencia muy desgastante que uno la transita mejor si se siente acompañado», opina Tobías.
Luego de cuatro largos días de trabajo, cumplieron con el objetivo. Pero desde ReforestArg también destacan otros logros: generar un gran grupo de trabajo y reforzar el sentido de pertenencia de los alumnos de la escuela con su propia tierra.
«Con los habitantes de Cholila sucede algo muy extraño. Muchos de ellos no están familiarizados con el bosque o el lago. Incluso algunos nunca fueron, a pesar de estar a menos de 30 kilómetros de ese paraíso. Siento que esto ayudó a cambiar la mirada de los jóvenes sobre su provincia», sostiene Merlo.
Después del éxito de esta primera etapa de reforestación, ReforestArg busca sumar más voluntarios para plantar otros 10.000 árboles, de distintas especies nativas, el próximo septiembre. «Esta experiencia te da una sensación de realización increíble. Pero al mismo tiempo te quedas con ganas de más, porque sabes que todavía falta mucho por hacer», concluye Tobías.