El trabajo de maestro es uno de los más importantes que existe, ya que la educación es un pilar básico de una sociedad avanzada.
Dentro de las distintas etapas de la vida, la niñez es una de las más importantes desde el punto de vista pedagógico porque los niños son receptivos hacia el conocimiento. Por esta razón, los educadores tienen la responsabilidad de personalizar el aprendizaje, entendiendo que cada alumno tiene cualidades concretas y un potencial diferente, de acuerdo con sus necesidades.
Hasta los siete años empieza a formarse la personalidad del niño, su modo de ser, su autoestima, su inteligencia emocional, su carácter, sus valores y su forma de pensar. Además, la educación empieza en casa porque son los padres los que, a través de la autoridad y el ejemplo, tienen la responsabilidad de formar a sus hijos.
La verdadera educación es aquella que surge del espíritu de equipo y del diálogo constante entre profesores y padres. La familia y la escuela deben caminar de la mano pensando en el objetivo común de su desarrollo integral e interés superior, desde el punto de vista físico y mental.
La figura del profesor se convierte es un modelo para los niños. La educación infantil los enriquece desde distintas perspectivas como, por ejemplo, la posibilidad de hacer nuevos amigos con otros compañeros de clase y compartir tiempo en común.
Invertir en educación de calidad supone apostar por la riqueza de aportar conocimiento a los niños de hoy que serán los adultos del futuro.