¿Sabías que la saliva protege tus dientes?
Podría parecer raro, pero la saliva es un elemento protector de nuestros dientes. Este efecto de protección es, además, triple:
- En primer lugar, su contenido en iones de calcio y fósforo ejerce un efecto “reparador” ante las agresiones de distintas sustancias que tienden a erosionar nuestro esmalte.
- Por otro lado, el efecto de “arrastre” que supone el flujo de saliva sobre la superficie de los dientes, arrastra gran parte de las bacterias que se pegan sobre el esmalte y que, de otra forma, acabarían generando caries.
- Además, la saliva contiene anticuerpos y otros elementos que disminuyen la cantidad de bacterias nocivas presentes en nuestra boca.
¿Cuáles son los alimentos más nocivos para nuestros dientes?
Fundamentalmente tres: los azucarados, los ácidos, y las bebidas carbonatadas. Es por ello que si los consumimos con frecuencia debemos redoblar nuestras medidas de higiene y la frecuencia del cepillado, ya que, de lo contrario, la posibilidad de que aparezcan caries o de que el esmalte dental se deteriore es muchísimo más alta.
¿Qué pasaría si sólo acumuláramos agua en la boca?
- Nos atragantaríamos con la comida con mucha mayor frecuencia porque no se formaría el bolo alimenticio.
- Los nutrientes macromoleculares como las proteínas y las féculas, y probablemente también las grasas, tendrían un sabor neutro.
- Sólo podríamos saborear la comida predigerida que ya tuviera aminoácidos y azúcares individuales.
- El esmalte dental se haría más poroso.
- Las bacterias podrían extenderse libremente, provocando la aparición de caries debido a la mayor producción de ácidos.
5 curiosidades
- Durante la noche producimos menos saliva debido a la menor utilización de la boca. Por eso es tan importante la higiene dental antes de acostarse.
- La saliva es la responsable de transmitir al cerebro las sensaciones del sentido del gusto.
- Permite la articulación de sonidos que forman el habla al servir como lubricante de la boca.
- Es un indicador de deshidratación: envía señales de alerta al organismo mediante la sensación de sed cuando disminuye su producción por falta de agua.
- Finalmente, la saliva también es transmisora de algunas afecciones como la mononucleosis o el herpes bucal.