Dentro del contexto de los errores de conducción, el alcohol casi siempre se encuentra asociado con la velocidad, el sueño y las distracciones.
En nuestro país, la ley que regula la cantidad de alcohol autorizada para conducir un automóvil, establece como límite de alcoholemia 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre. Se considera que, a partir de esta cantidad, el conductor comienza a manifestar reacciones psicomotrices importantes que dificultan la conducción. Este límite se vuelve más estricto para la conducción de motos y ciclomotores donde la tolerancia se disminuye a 0,2 gr/litro y a 0 para quienes conducen transporte de carga o pasajeros.
A manera de ejemplo, una persona de 90 kilogramos tomando 2 vasos de cerveza llegaría, fácilmente, a la cantidad límite definida por la Ley de Tránsito. Cabe destacar que el alcohol produce una depresión del sistema nervioso central, deteriorando la función psicomotora, la percepción sensorial (vista y oído), modificando el comportamiento del individuo que, muchas veces, se traduce en una falsa sensación de seguridad y una toma de mayor riesgo.
Para tener en cuenta
El conductor procesa en forma continua información del tránsito, buscando y seleccionando mensajes potencialmente útiles para su seguridad, tanto en el entorno como del propio vehículo. Una correcta atención permitirá un adecuado procesamiento y una mejor toma de decisiones. Por eso, el consumo de alcohol juega un rol sumamente negativo, restándole aptitudes de conducción y una menor percepción del riesgo.